Su origen nos remonta a una historia de más de 2 mil años. Si bien existen varias teorías, muchas de ellas coinciden en que sus efectos ya eran apreciados en la dinastía china, hace más de 200 años antes de Cristo. Desde ahí, se extendió a Japón, Rusia y Europa. En esos lugares sedujo a monjes y emperadores, quienes disfrutaron tanto su sabor y propiedades que extendieron su fabricación por distintos imperios ¡Te invitamos a conocer más sobre esta interesante bebida de la mano de Grecia Burgos, nutricionista de Aramark Chile!
“Para partir, es importante aclarar que no se trata de un simple refresco, es una bebida fermentada hecha con té, azúcar, bacterias y levaduras. Las bacterias y la levadura deben crecer juntas para formar un cultivo. En ese cultivo, se agrega el azúcar y el té ((usualmente negro). Luego, se deja fermentar la mezcla de 7 a 10 días aproximadamente. Esto aporta una gran riqueza de ácidos orgánicos, vitaminas del grupo B, aminoácidos y otras macromoléculas que pueden resultar interesantes para la salud humana” comenta la experta.