Es importante lavar toda la ropa antes de guardarla para evitar que las posibles manchas que hayan quedado y no detectemos, se hagan resistentes. Las prendas blancas, en especial, tienden a ponerse amarillas con el tiempo si las guardamos sin lavar.
Luego, asegúrate de que la ropa esté seca para que no se genere moho. Si durante el lavado se formaron pelusas, arráncalas con un cepillo especial o con los dedos. Por último, asegúrate de que las costuras estén firmes o que tus prendas no necesiten reparación. De lo contrario, arréglalas antes de guardarlas para que no se sigan estropeando.